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El microbioma del intestino porcino

Es muy probable que la industria de la nutrición porcina venga determinada en un futuro cercano por el estudio del microbioma.

Actualmente estamos atravesando la "edad de oro" del microbioma (Waldor et al., 2015). Los cuerpos de los animales, desde los cerdos hasta los humanos, están poblados por un inmenso número de microorganismos, la "microbiota" del individuo. El 'microbioma' (el catálogo de estos microorganismos y sus genes) está ahora bajo un intenso escrutinio en muchas áreas de investigación, y la nutrición es el núcleo de este campo emergente (Ursell et al., 2012). Esto se debe, evidentemente, a que la mayoría de las bacterias asociadas con los animales residen en el intestino (Sender et al., 2016). Los veterinarios saben desde hace tiempo la importancia de controlar la microbiota intestinal de los animales. Prácticas como la administración de pre/pro /simbióticos están, por supuesto, dirigidas a alterar las poblaciones microbianas del intestino. Sin embargo, pocos podrían haber predicho cuán importante es la microbiota para el desarrollo y la salud de los animales.

La investigación sobre la obesidad humana ha prestado mucha atención a la relevancia de las bacterias intestinales y es un buen ejemplo de cómo nuestros conceptos sobre nutrición se verán alterados en los próximos años por el estudio del microbioma. Los experimentos han demostrado que la obesidad puede estar determinada por la composición microbiana del intestino. En otras palabras, la dieta no solo afecta a la microbiota, sino que las bacterias por si mismas pueden determinar los resultados metabólicos en el huésped (Ley, 2010; Sanmiguel et al., 2015). Las implicaciones son inmensas: revertir una microbiota "obesa" a su equivalente "delgada" sería suficiente para curar esta condición (Harley et al., 2012; Marotz et al., 2016). Para el nutrólogo veterinario, este razonamiento genera la idea tentadora de un componente único (y simple) que puede alterarse para mejorar la productividad animal. Por lo tanto, el control de la microbiota de los animales podría potencialmente repetir los avances que se produjeron en la productividad cuando la selección genética comenzó a utilizarse comercialmente.

Este es, sin embargo, un campo que está aún en sus inicios. Primero, las interacciones de la microbiota con la dieta o con aditivos son muy complejas. Las intervenciones muestran un impacto en el microbioma, pero también dependen de la composición bacteriana inicial del intestino. Por lo tanto, los animales criados en diferentes condiciones responderán de manera diferente a la misma intervención. Por ejemplo, esto se vio en una prueba en la que los cerdos recibieron levadura de sidra (Upadrasta et al., 2013). El conocimiento práctico de este hecho es compartido por muchos veterinarios de campo. El uso de probióticos genera resultados extremadamente variados en diferentes entornos. Además, apenas estamos empezando a comprender qué es una microbiota normal y sana, y qué significa alterarla. Se cree que los productores de ácidos grasos de cadena corta (SCFA, Short-chain fatty acid ) son relevantes en una amplia variedad de contextos, por lo que se presta mucha atención a estas bacterias cuando se analiza el microbioma (Park et al., 2014); sin embargo, observar únicamente un número limitado de poblaciones bacterianas de la microbiota, como los productores de SCFA, solo representa la punta del iceberg de las posibilidades. Varios componentes menos conocidos de la microbiota posiblemente también sean importantes para determinar la salud intestinal, y aún será necesario realizar algunas investigaciones para poder utilizar toda la información que se deriva del análisis de la microbiota. Finalmente, la microbiota ha demostrado madurar con la edad y muestra cierta elasticidad para la modificación en la vida posterior, aunque ciertamente no es fija y puede alterarse con los protocolos correctos (Mach et al., 2015; Umu et al., 2015) .

Figure 1. Algunos géneros bacterianos encontrados en las heces porcinas. T1 es el control. T2 es un grupo tratado con una mezcla de Bacillus en el alimento.

Figure 1. Algunos géneros bacterianos encontrados en las heces porcinas. T1 es el control. T2 es un grupo tratado con una mezcla de Bacillus en el alimento.

En cerdos, se han encontrado correlaciones entre la microbiota y varios parámetros sanitarios y productivos. La calidad de la carne y de la grasa corporal (Park et al., 2014), la producción de anticuerpos y el peso vivo (Mach et al., 2015) y una mejor respuesta a la infección por PRRSV (Niederwerder, et al., 2016) son algunos de los parámetros que parecen ser susceptibles de ser controlados a través de la microbiota. Estos son ejemplos claros de lo que se puede lograr profundizando en el conocimiento de cómo funcionan las bacterias intestinales.

La expansión actual del campo del microbioma sigue los avances recientes en las tecnologías genómicas. El microbioma ya no se estudia con métodos microbiológicos convencionales (aislando bacterias en placas de Petri, por ejemplo): muchas bacterias intestinales no son susceptibles a su cultivo en el laboratorio. Para comprender los cambios en toda la población bacteriana en el intestino, estos microbios se secuencian. Esto genera datos que permiten la identificación de prácticamente todas las bacterias en la muestra. Por lo tanto, el resultado de esta técnica es una larga lista de todas las bacterias presentes y sus cantidades relativas. Con estos datos en la mano, se pueden realizar análisis sobre el impacto de las intervenciones (como el uso de probióticos) sobre la constitución de la microbiota, por ejemplo.

En conclusión, es muy probable que la industria de la nutrición porcina venga determinada en un futuro cercano por el estudio del microbioma. Mientras que el uso de suplementos nutricionales fue muy empírico hasta hace poco, el interés en la investigación del microbioma ciertamente ayudará en la selección de productos más eficientes, así como en la determinación de las condiciones en que son más útiles. La industria de los aditivos ciertamente está invirtiendo en la comprensión de la microbiota para promover las posibilidades de sus productos (Pajarillo et al., 2015). A medida que avance la tecnología y el conocimiento, el análisis del microbioma será accesible no solo para los investigadores de grandes empresas, sino también para los veterinarios de campo, donde puede convertirse en una herramienta valiosa en las prácticas de manejo.

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